Entendimiento como premisa
He estado ejerciendo, más allá de la escritura, un trabajo de agitación cultural y lo que sale de la curaduría, más que una curaduría tradicional, es una dinámica cultural. Es pensar qué pasa si en lugar de hacer la curaduría como se ha hecho siempre, con invitaciones, la abrimos por primera vez, o si quienes votan ahora son doce curadores y no un solo curador, si metemos a un coleccionista, si lo que hacemos es más bien una dinámica cultural en lugar de una férrea decisión curatorial donde la última voz es la que decide. Le propuse esta suerte de locura a la Sala Mendoza bajo un concepto: ponerse de acuerdo.
Una de las cosas más bonitas que terminó generando la llegada de un agitador cultural a la curaduría de un premio tan importante es que no hay un gran nombre responsable de todo, sino que todo se fue haciendo por consenso. Incluso la museografía la hicieron los propios participantes. Es una gran lección de cómo ponerse de acuerdo.
El retorno
El Premio Eugenio Mendoza volvió, luego de 10 años de ausencia, por el empuje de la directora de la sala, Patricia Velasco, y por el empuje de Luisa Mariana Palacios, presidenta de la Fundación Sala Mendoza, quien ha sido vital para el proyecto. Entre 2003 y 2013, pasaron suficientes cosas como para que algunas inteligencias se distrajeran en otros asuntos.
Había una necesidad de actualizar el discurso del arte contemporáneo para darnos cuenta de que la expresión conjunta es algo urgente, eso es lo que está detrás. Un gran apetito de dedicarnos muchas cosas es lo que termina reposicionando un premio.
Tuvimos la suerte de haber podido ver a Déborah Castillo, ganadora de la edición XI Edición de los premios, como artista invitada en el año 2013. Vimos a Diana López, ganadora de la VII Edición, retomando la curaduría.
Principales cambios
Antes había un equipo responsable de invitar a una cantidad específica de artistas para curar el salón y de ahí salía un ganador. Nosotros hicimos una curaduría abierta sin saber cuánto íbamos a recibir, porque no se había hecho antes. Pero el Premio Mendoza es apetecible y se recibieron 98 propuestas de 100 artistas de menos de 40 años que, por primera vez, no fueron leídos por un solo curador, sino que estaban siendo elegidos por doce curadores y un coleccionista. En una semana estos artistas fueron leídos, de forma simultánea, por 12 de las firmas que toman las decisiones pertinentes al presente y el futuro del arte contemporáneo, eso es una cosa valiosísima. Además, la gente llega con un teléfono inteligente y tiene una audio-guía completamente gratuita, con la voz del mismo artista explicando su creación. Son muchos los cambios pero entre esos dos es donde pendula el cambio real.
Los participantes
El nivel de los aspirantes es irregular, como creo que sucede en todas las disciplinas y en todos los momentos. Es posible que quien presentó una propuesta que palidecía frente a las otras 97 tenga una propuesta el año que viene completamente distinta y brillante. Pero el hecho de que tengamos 100 artistas menores de 40 años trabajando en torno a la construcción de capital cultural ya es una buena noticia. Esa es otra variante, porque todos formaron parte de la dinámica que se presentó, es decir, eran parte de lo que se hizo en este Premio Eugenio Mendoza, en el catálogo están los nombre de los 100 artistas que enviaron propuestas. Eso me parece importante porque no simplemente quedó el asunto entre los seleccionados sino entre todo el universo creativo venezolano de menos de 40 años.
La actualidad como inspiración
La reflexión sobre el presente es una de las cosas más valiosas que tiene la temática de estos artistas. Cuando digo presente, no hablo del presente inmediatista nacional, sino de las ideas que se están generando. La obra de Yance y Bonfanti se pone en sintonía con cosas que tú puedes ver ahorita en Berlín, en Nueva York, en México, en Buenos Aires, en San Pablo. Son obras que están en sintonía mundial pero al mismo tiempo la mención se la lleva José Vívenes, quien es nuestro Renoir contemporáneo de la dinámica nacional.
Esa reflexión del presente sobre ideas travestidas en obras, me parece que es lo más eficaz.
En esta postulación los chamos tenían que escribir y plantear la idea que querían expresar con su pieza; ese proceso, que a veces se deja de lado en los salones, es vital. Terminó hermanando a una generación que se escribe, que se comenta cosas, que lo hace a través de las redes sociales pero que también tiene la necesidad de explicarse a través de la palabra.
del arte contemporáneo en Venezuela
Siendo más un consumidor que un especialista creo que el arte contemporáneo venezolano está orbitando en este momento en los terrenos del trabajo desde la austeridad. Algo que siempre es interesante, porque el arte siempre va a tener problemas, siempre va a estar sub-financiado, va a sentirse incomprendido, va a sentir que no está dentro de las prioridades de un gobierno local, regional o nacional, y esa dinámica existe desde que el arte es arte. Es un peligro cuando el poder considera demasiado al arte porque entonces se pone la cosa faraónica, nos ponemos los poetas a escribir himnos y los escultores a hacer templos.
Siempre es mejor hacer una escultura que un mausoleo.
Una de las particularidades del arte contemporáneo en Venezuela es que es dinámico y ha tendido a ahorrar costos, ya no tienes a gente experimentando irresponsablemente pero, al mismo tiempo, ya no tienes a grandes custodios de la belleza sino gente que está agarrando las ideas para romper, para mermar, para socavar… y las están transformando en piezas de arte. Eso se ve vitalmente en las respuestas que están dando los participantes en las entrevistas, además de eso, hay un universo galerístico que está apostando de una manera distinta por el arte, que no es simplemente comercial y mercadeable.
Resultados de los cambios
Me complace mucho ver contentos a los doce artistas que concursaron. El maestro Emilio Narciso, dice que el mejor piropo que le pueden dar a un curador es “todo te quedó derechito” pero más allá de eso, creo que haber enriquecido con memes de Facebook, con comentarios en foros 2.0, el hecho de que no fuese una sola persona la que planteara su universo creativo y que fuese una construcción de inteligencia colectiva, permitió una selección variopinta, que es precisamente por lo que apostábamos.
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Por: Santiago Zapata TW: @SantiagoZapatas | Fotos: Federico Parra IG: @ferdericoparra